Si no valoramos a nuestros talentos y no los apoyamos con un verdadero proyecto de desarrollo, nunca saldremos del eterno “ya merito”.

Recorrer algunas de las carreteras de Colorado, rodeado de montañas interminables y paisajes que quitan el aliento, inevitablemente me llevó a viajar en el tiempo. Estuve ahí de vacaciones, visitando a mi hija Sofía y a su esposo Russell Finsterwald, y entre cada ascenso y cada curva apareció un nombre que no debería olvidarse en la historia del ciclismo mexicano: Ignacio Mosqueda.

En esas mismas montañas, en 1981, un ciclista mexicano venció en una cronoescalada a quien más tarde sería tricampeón del Tour de Francia. Un hecho que debería ocupar un lugar destacado en nuestra memoria deportiva, pero que hoy sobrevive más como anécdota que como legado.

El día que un mexicano venció a Greg LeMond

- ¿En qué año venciste a Greg LeMond y en qué competencia?

Fue en 1981, en la Cross Classic, el Tour de Colorado. Greg LeMond ya era una figura importante: campeón del mundo junior, corredor del equipo Renault y con experiencia en Europa.

- ¿Qué representaba LeMond en ese momento dentro del ciclismo mundial?

Era muy esperado en Estados Unidos. Corría la mejor carrera del país en ese tiempo y ya se le veía como una futura estrella mundial.

- ¿Sabías antes de la salida que podías ganarle?

La verdad no. Pero sí me sentía seguro de hacer una buena carrera. Era un terreno que dominaba bien.

La cronoescalada fue brutal: 13 kilómetros de ascenso constante, con pendientes del 6 al 7 por ciento y un último kilómetro cercano al 19 por ciento. Un recorrido que no regalaba nada.

- ¿En qué momento sentiste que algo especial podía pasar?

No pensé en la victoria, pero conforme avanzaban los kilómetros empecé a alcanzar corredores. Yo iba cuarto de la general y fui pasando a cinco de los primeros diez. Sabía que iba a marcar un buen tiempo.

Al cruzar la meta, el tiempo de Mosqueda se mantuvo intacto. Llegaron dos corredores más. No lo bajaron. Finalmente apareció Greg LeMond: mismo segundo, pero 25 centésimas más lento.

Por esas centésimas le pude ganar.

Preparación, carácter y mentalidad

Detrás de ese resultado no hubo casualidad. Desde 1980, Mosqueda había sido preparado por el entrenador polaco Wojciech Walkiewicz con miras a los Juegos Olímpicos de Moscú.

Aprendí a prepararme física y mentalmente. Siempre fui fuerte y nunca le tuve miedo a los colombianos en la subida; era donde mejor me defendía. A esa carrera fueron los mejores: el equipo olímpico de la URSS y los mejores ciclistas de Estados Unidos.

- ¿Qué tan diferente era el ciclismo de esa época al actual?

Un abismo. Cuadros de acero, desarrollos limitados, nada que ver con el de hoy. Pero en el equipo Cóndor teníamos apoyo: buen sueldo y calendario nacional completo.

- ¿Fue clave el factor mental para vencer a una figura consagrada?

Siempre. Hay que salir con la mentalidad de hacer tu mejor esfuerzo, sea quien sea el rival.

Un logro que México no supo dimensionar

Mosqueda no solo ganó esa cronoescalada; terminó quinto en la general, fue noveno en la montaña del Tour de l’Avenir en Francia, y compitió de tú a tú contra equipos profesionales siendo aún Sub-23.

- ¿Se valoró en su momento que un mexicano venciera a un campeón del mundo y olímpico?

No. A los directivos no les interesaba. Ese mismo año, en el campeonato nacional, nos hicieron correr 220 kilómetros cuando el límite eran 190. Los últimos 50 kilómetros no nos dejaron ni abastecernos. Por ese detalle no nos llevaron a Moscú 80… ya teníamos prácticamente las maletas hechas.

El patrón se repitió. En 1983 ganó una etapa en la Vuelta al Táchira y fue décimo en la general; años antes había sido subcampeón de montaña. Aun así, fue congelado por la nueva federación y quedó fuera del proceso olímpico rumbo a Los Ángeles 1984.

A los directivos no les interesaba el crecimiento del ciclista.

El ciclismo mexicano: ayer y hoy

- ¿Cómo ves el ciclismo mexicano de antes comparado con el actual?

El nivel competitivo es igual de duro. Lo que no ha cambiado es el favoritismo por unos cuantos que no dan resultados, con pocas excepciones.

- ¿Se han contado historias como la tuya?

No. Solo algunos ciclistas la conocen. A los directivos nunca les importó.

- ¿Qué debería aprender el ciclismo mexicano de triunfos como ese?

Que sí es posible llegar lejos. Pero se necesita apoyo y dirección. Ahí está el ejemplo de Isaac del Toro.

Mensaje final

- ¿Qué le dirías a los jóvenes ciclistas mexicanos?

Que no desistan, que busquen materializar sus sueños. Pero sin patrocinios y una buena dirección técnica, no llegarán a ningún lado.

Si pudieras resumir ese triunfo sobre LeMond en una palabra…

Grandioso. Nunca imaginé ganarle a ese monstruo del ciclismo mundial. Ese día también estuvo Sergei Sukhouruchenkov, campeón olímpico en Moscú 80.

Ignacio Mosqueda nació en Zacapu, Michoacán, y desarrolló toda su carrera deportiva en Jalisco. Su historia no es solo una victoria olvidada; es un espejo incómodo que refleja lo que el ciclismo mexicano ha dejado pasar una y otra vez. Talento hubo. Lo que faltó —y sigue faltando— es visión, respaldo y memoria.

Ignacio Mosqueda