David Faitelson elaboró en Culiacán en el año 2018, en el marco de la noticia bomba mundial del regreso a la dirección técnica del astro Argentino (EPD) Diego Armando Maradona (mejor futbolista de todos los tiempos) al club mexicano Dorados de Sinaloa, una entrevista que juntó a Diego con Julio César Chávez, el mejor atleta mexicano de la historia, a la par de Hugo Sánchez, una plática que supone un documento histórico.

El periodista deportivo mexicano, seguro consciente del impacto multifactorial que tendría su ejercicio, los logró juntar, haciendo que naciera una gran amistad entre las dos luminarias, acercando más a los dos seres humanos a los que en ocasiones su propio personaje los devoró, que a los dos deportistas y voy más allá: a los dos países (Argentina y México) ya desde entonces metidos en una lógica estúpida y estéril de confrontación, con motivo del futbol.

Conmovedores pasajes se ven en dicha entrevista, como uno donde Chávez le confiesa a Maradona que “tenía otra impresión tuya, Diego” (se entiende que una connotación no tan positiva). Durante la entrevista ambos llegan en ocasiones a las lágrimas con más de un sentido abrazo incluido y, dicho sea de paso, qué excelente decisión de haber traído de regreso a Maradona a México, país donde se consagró como un titán, al conquistar, a base de magia, la copa del mundo de 1986, ya que nunca más jugó en México. Lo más cerca que estuvo fueron rumores, en la década de los 90, de la posibilidad de que fichara por el Toluca, lo que obviamente nunca ocurrió.

Ojalá muchos argentinos y mexicanos vean esa entrevista... y más de una vez. Y se piensen dos veces antes de lanzar faltas de respeto mutuas, unos respecto a los migrantes mexicanos a los que llaman “saltamuros”, y otros riendo de la situación económica actual del país austral. Sólo que recuerden también ambas aficiones un par de detalles: argentinos también emigran cada vez más a distintos países, como España y mismo México, que no es algo sino loable, al hacerlo para mejorar sus vidas y las de sus familias mediante el trabajo honesto. Y los otros, en que cuando se llevó a cabo el mundial de 86, México, pasaba aún por una severa y tristísima condición económica.

David Faitelson, pues, abonó con aquel ejercicio periodístico, a un mejor entendimiento entre pueblos de hispanoamérica, que lejos de enfrascarnos en reyertas estériles, debiéramos aprovechar mucho más en beneficio nuestro, todo aquello que tenemos en común, que dista mucho de ser poca cosa.