Todo era cuestión de tiempo.
La mexicana Yareli Acevedo lo venía anunciando con cada pedalazo desde su paso por la categoría juvenil: disciplina, temple y un talento que no admite dudas. En Santiago de Chile, ese proceso maduró con fuerza y elegancia: Yareli se proclamó campeona del mundo en la carrera por puntos, una de las pruebas más tácticas y exigentes del ciclismo de pista.
Con 63 puntos y tres vueltas ganadas al grupo, Acevedo superó a la británica Anna Morris, segunda, y a la neozelandesa Bryony Botha, tercera. La mexicana basó su estrategia en la inteligencia y la lectura fina del ritmo: atacó en el momento justo, empalmó tres vueltas completas —60 puntos vitales— y, con un segundo lugar en el séptimo sprint, consolidó un oro que la coloca en la élite mundial.
Lo suyo no fue un golpe de suerte, sino el resultado de años de constancia y aprendizaje. Yareli lleva tiempo creciendo paso a paso, enfrentando a las mejores del planeta sin perder el hambre ni la sonrisa. Su oro no solo la consagra a ella: reconecta a México con una de sus tradiciones más gloriosas en el ciclismo de pista.
Desde Manuel Youshimatz, medallista mundial juvenil en 1980 en Ciudad de México, pasando por Belem Guerrero y Sofía Arreola, hasta los podios olímpicos que marcaron época, la carrera por puntos ha sido un territorio fértil para el ciclismo mexicano. Pero tras desaparecer del programa olímpico en Beijing 2008 —reemplazada por el Omnium desde Londres 2012—, el camino parecía haberse cerrado. Hoy, con Acevedo, esa llama vuelve a encenderse.
Yareli no solo ganó una medalla: recuperó una historia.
Una historia de resistencia, de talento nacional que se abre paso en un mundo dominado por potencias europeas. Su quinto lugar en el Omnium, apenas días antes, confirma que su preparación va en línea con el objetivo mayor: Los Ángeles 2028, donde todo apunta a que México tendrá, otra vez, una ciclista peleando por la gloria olímpica.
Su oro en Santiago es un triunfo que se siente colectivo, un símbolo de lo que puede lograr el deporte mexicano cuando hay visión, apoyo y pasión.
Yareli Acevedo pedaleó por ella, pero también por todas las generaciones que creyeron que era posible volver al podio del mundo.

















