Si nos guiáramos únicamente por lo visto en el Critérium du Dauphiné, donde Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard volvieron a lucirse, parecería que el Tour de Francia 2025 será un duelo exclusivo entre el esloveno y el danés. Sin embargo, la Grande Boucle es mucho más compleja que una carrera de una semana.

El Tour exige constancia, fondo físico, inteligencia táctica y una resistencia mental que solo se moldea en tres semanas de competencia. En su edición 112, la ronda gala propone un recorrido de 3,338 kilómetros divididos en 21 etapas, que comenzarán en Lille y culminarán, como es tradición, en los Campos Elíseos de París.

Un recorrido brutal

El perfil incluye:

• 7 etapas planas, para velocistas y días de transición.

• 6 etapas de media montaña.

• 6 etapas de alta montaña con cinco llegadas en alto.

• Hautacam.

• Luchon–Superbagnères.

• Mont Ventoux.

• Courchevel – Col de la Loze.

• La Plagne Tarentaise.

• 2 contrarrelojes.

• Etapa 5 (Caen–Caen, 33 km): ideal para especialistas rodadores.

• Etapa 13 (Loudenvielle–Peyragudes, 11 km): corta pero brutal, con un perfil montañoso que pondrá a prueba a los escaladores con buen ritmo de crono.

Además, los ciclistas contarán con solo dos jornadas de descanso, lo que exigirá una gestión física y emocional impecable.

No son solo dos

Aunque Pogacar y Vingegaard son los grandes favoritos por historia y forma reciente, sería un error reducir el Tour a una lucha entre ambos. Remco Evenepoel, con su capacidad cronometrada y creciente solidez en la montaña, será una amenaza constante si logra evitar jornadas de crisis. Primoz Roglic, experimentado, calculador y respaldado por una sólida escuadra, también tiene argumentos de sobra para aspirar al maillot jaune.

En resumen, el Tour no se gana en el Dauphiné. Se gana resistiendo el peso de tres semanas donde el calor, los kilómetros, los rivales y hasta la mala suerte son igual de importantes que las piernas.