Acaba de salir, de nuevo porque en su momento se supo, que a partir del juego de la Selección Mexicana contra su similar de Argentina en el Mundial celebrado en Sudáfrica en el año 2010 que el primer gol argentino, anotado en una jugada de un rebote de un disparo de Messi, el anotador se encontraba en clarísimo fuera de lugar.
No es posible saber qué hubiese ocurrido de invalidarse ese gol, pero lo cierto es que la escuadra mexicana, a partir de ese gol, se descompuso y se llevó una goleada por tres a uno, donde el segundo gol fue a partir de un inexplicable error del saguero Ricardo Osorio y el tercero un portento de golazo del mismo Carlitos Tévez. En ese Mundial, en los días siguientes trascendió que en el túnel hacia los vestidores, el cuerpo arbitral lloraba de impotencia, incluso un árbitro asistente (antes llamados abanderados) tiró al suelo su banderín debido a la misma desesperación.
El juez central o árbitro principal era el italiano Roberto Rosetti, mismo que hoy encabeza a la máxima autoridad arbitral en la confederación europea de futbol (UEFA) fue llamado pues, en el ya citado partido mundialista por el también antes conocido por juez de línea, debido a que, por un error enorme de los técnicos del estadio, dejaron correr la repetición múltiple de la señal internacional en las pantallas gigantes, cosa prohibida, donde en esa conversación el juez asistente le indicaba del craso error, por el cual tenían a los mexicanos encima lanzando gritos y peroratas, más al (de forma absurda) no tener permitido por FIFA revertir una decisión arbitral vía tecnológica (de cualquier tipo) y al haber ya sancionado la jugada como gol legítimo, era imposible dar marcha atrás, y sabían además que el castigo por FIFA ante la mala actuación del cuerpo arbitral completo, ese sería el final del Mundial para ellos, como así ocurrió después del partido al comunicárseles que tenían ya sus boletos de avión con destino a sus países de origen. Incluso Rosetti, dado su enorme sentimiento de culpa, decidió que ese sería el último partido que como árbitro profesional pitaría, y así ocurrió.
Hoy se tiene como certidumbre lo que ya era una obviedad, ese partido y esa jugada, aceleraron a la FIFA a utilizar a la tecnología en partidos oficiales, con el “ojo de halcón”, tecnología a base de sensores para saber con precisión milimétrica cuando el balón ha rebasado la línea de gol en su totalidad o no, como mandata el reglamento, y sobre todo el VAR (video assistant referee), que permite ver repeticiones de jugadas polémicas y/o difíciles (“bravas”, se diría en el argot) y así reducir significativamente las decisiones injustas. Así es como México, de nueva cuenta, marcó un hito en el futbol internacional, así haya sido por un motivo nada agradable para la afición azteca.