La etapa 19 del Tour de Francia 2025, marcada por un recorrido modificado a causa de protestas de agricultores locales, redujo su kilometraje de 129,9 a 95. Aun así, no le faltó intensidad ni drama. El neerlandés Thymen Arensman aprovechó la vigilancia mutua entre los titanes de la general para lanzar su ofensiva en solitario y cruzar primero la línea de meta en La Plagne, con autoridad y valentía. Fue su victoria más importante desde que cambió de rol en su equipo, ahora como un escalador maduro y ambicioso.

Tras él, Jonas Vingegaard lo dio todo. No se guardó nada, fiel a su carácter combativo. El danés ha demostrado durante todo este Tour que su espíritu no entiende de excusas ni concesiones. Sin embargo, ni siquiera una etapa alpina tan exigente como esta logró acercarlo a su objetivo. Terminó segundo en el día, pero sin rasguñar la diferencia con el líder.

Y es que Tadej Pogacar volvió a ser eso que ha sido durante todo julio: el más fuerte de todos. No necesitó atacar. Subió La Plagne con control, inteligencia y una serenidad que asusta. Su ventaja en la general sigue intacta, a pesar de que sus rivales se han vaciado intentando arrebatarle el maillot jaune.

La frase del director deportivo Joxean Fernández “Matxin” lo resume todo:

“Esto es más que deporte… es vida. Pienso que somos el mejor ejemplo de que hay que seguir, aunque estemos cansados.”

Eso fue lo que se vio en la montaña: ciclistas que pedaleaban con el alma. Ya no quedan piernas frescas. Lo que impulsa a los favoritos en estas alturas no es la preparación física, sino la resistencia emocional, la épica silenciosa de quienes se niegan a rendirse.

Mañana se disputa la penúltima etapa, de Nantua a Pontarlier, con 184 kilómetros de media montaña. El terreno no parece suficiente para cambiar el destino del Tour, pero en el ciclismo, hasta el último día hay que tener el corazón en guardia.

Y aunque Arensman ganó la etapa, el Tour sigue hablando esloveno.