En Kigali, Ruanda, el ciclismo vivió una jornada histórica. El esloveno Tadej Pogacar confirmó su condición de fenómeno absoluto al conquistar el título mundial de ruta, demostrando por qué es considerado el mejor ciclista del planeta. Tras él, el belga Remco Evenepoel se quedó con la medalla de plata y el aguerrido irlandés Ben Healy completó el podio con el bronce.
La carrera se definió en el mítico Muro de Kigali, donde los adoquines y la pendiente convirtieron la prueba en un examen de resistencia extrema. Allí, a 100 kilómetros de meta, se lanzó el ataque decisivo: Pogacar se marchó en compañía del mexicano Isaac del Toro, quien, con valentía y ambición, se atrevió a seguir al esloveno. Aunque no pudo sostener el endiablado ritmo del campeón, su osadía ilusionó a millones y nos hizo soñar con un podio histórico para México. Finalmente, el joven de Ensenada culminó en un meritorio séptimo lugar, confirmando que su talento ya lo coloca entre los mejores del mundo.
Evenepoel, por su parte, sufrió en el muro africano y, además, tuvo que lidiar con dos cambios de bicicleta por problemas técnicos, lo que limitó sus opciones de triunfo.
La atmósfera en Kigali fue simplemente mágica. El público local, con tambores y cantos, transformó la ciudad en un carnaval ciclista, alentando sin descanso a los corredores que afrontaban un circuito rompe piernas con constantes ondulaciones y tramos de adoquín.
Pogacar, que llegó a Ruanda con el maillot amarillo fresco de su victoria en el Tour de Francia, honró los pronósticos: sólido, imbatible y dueño de cada pedalada. Su triunfo no deja dudas: es el gran monarca del ciclismo moderno.
Para México, la actuación de Isaac del Toro significa mucho más que un séptimo puesto. Con apenas su primera participación en un Mundial élite de ruta, el bajacaliforniano dejó claro que pertenece a la élite y que su talento puede llevarlo, tarde o temprano, al ansiado podio. Su coraje y entrega nos recuerdan que el futuro del ciclismo mexicano tiene un nombre propio.
En tierras africanas, Pogačar reafirmó su reinado, pero Del Toro sembró la esperanza de que un día la bandera tricolor también ondeará en el podio mundial.