Triste y profundamente lamentable resulta enterarse del fallecimiento de la joven ciclista veracruzana Jade Romero Peña, una atleta mexicana que había empezado a construir su camino rumbo al más alto nivel. Jade formaba parte de la plataforma AR Monex Pro Cycling Team sub17, un semillero de talento que en los últimos años ha impulsado a algunos de los mejores corredores juveniles del país hacia escenarios internacionales. Hoy, ese mismo equipo se encuentra de luto.
La noticia sacudió al ciclismo nacional. El AR Monex informó a través de un comunicado en redes sociales que suspendía temporalmente todas sus actividades deportivas, además de implementar acciones de contención emocional para sus atletas y personal. No es para menos: el golpe es fuerte, inesperado y profundamente doloroso. Detrás de cada jersey juvenil hay sueños que apenas comienzan a escribirse, familias que acompañan, entrenadores que creen, y equipos que apuestan por un futuro prometedor.
AR Monex es reconocido por su labor en el desarrollo de jóvenes talentos mexicanos, llevándolos a competir a Europa y dándoles la estructura que el país tantas veces les niega. De ahí surgió, nada más y nada menos, el mejor ciclista mexicano del momento, Isaac del Toro Romero, prueba de la capacidad del proyecto para transformar vidas. Por eso duele tanto la partida de Jade: porque era una de esas jóvenes promesas, una ciclista con determinación, disciplina y un futuro que apuntaba alto.
Jade Romero Peña destacó en la categoría Juvenil A dentro de la modalidad de ruta. Tenía el sueño claro: crecer, formarse y llegar al nivel profesional del alto rendimiento. Un sueño legítimo, posible, que día a día alimentaba entrenando, compitiendo y pedaleando con ilusión. Sin embargo, un lamentable accidente en carretera rumbo a Toluca truncó su vida y sus aspiraciones. Un destino injusto, que nadie puede anticipar y que hoy deja un vacío enorme en el ciclismo mexicano.
En una de sus publicaciones, tras unirse al AR Monex en la categoría Sub-17, Jade escribió una frase que hoy adquiere un significado aún más profundo:
“Esto es un motivo para seguir creyendo en mí, guiándome por lo que me gusta hacer, me inspira y me apasiona.”
Esas palabras reflejan la esencia de una joven que amaba la bicicleta, que encontraba inspiración en el camino, que vivía con pasión cada kilómetro.
El destino no está comprado y, por doloroso que sea, nadie tiene asegurado el mañana. Pero si algo queda claro es que Jade disfrutó su corta vida haciendo lo que amaba: pedalear por las carreteras de México, persiguiendo sueños y dejando huella en quienes la rodearon.
Hoy el ciclismo mexicano se viste de luto. Hoy despedimos a una joven que pedaleó con el corazón.

Descanse en paz, Jade Romero Peña.
















