No pasa nada con reconocer lo evidente: Argentina es, ha sido y será, superior en futbol por varios motivos:
- Disciplina: En Argentina los niños nacen con un balón. Es parte de su entorno; una pasión inherente a la vida misma; en México se toma este deporte para el desmadre, para “echar la caguama y la barbacoa” después de los partidos amateurs. Y los chicos con talento no están dispuestos, salvo contadísimas excepciones, a los sacrificios requeridos para marcar diferencias, para sobresalir, contrario a los argentinos, que les va la vida en su sueño por triunfar en ese deporte.
- Pasión: Madre de la disciplina, lo cual se refleja en las aficiones. Los argentinos (así sean niños) que son entrevistados al salir de un estadio, tienen enormes conocimientos técnicos, tácticos y de toda índole; el aficionado mexicano al ser entrevistado todo es risas, burlas y en redes sociales, memes y estupideces; son pues, una buena mayoría, calcas de ese ser vivo que provoca penita ajena y que se hace llamar “el caramelo”.
- Dinero: Imposible un mejor ejemplo para demostrar que con solo dinero en futbol no se logra gran cosa en lo deportivo. De poco sirven estadios enormes y modernos en cada ciudad, clubes con fichajes multimillonarios, organizar 50 mundiales en casa, que los argentinos (y uruguayos) brillan con infraestructuras endebles, estadios vetustos y la dificultad de fichajes caros.
Pero veamos el punto medular. Genéticamente es prácticamente imposible competir con los argentinos, con un fenotipo esencialmente europeo, a diferencia del mexicano, que es lo más parecido al de los asiáticos, cuyos países por cierto, por más dinero y esfuerzo que inviertan en el futbol, se quedan prácticamente siempre marginados. Los deportes que le vienen bien al mexicano son el box, los toros, los clavados y el beisbol.
Ayer, el partido entre México y Argentina parecía uno de mujeres contra hombres: los argentinos más fuertes, más rápidos, más altos y más inteligentes. En fin, vayamos reconociendo que México en futbol no tiene gran futuro, que no sea brillar en la CONCACAF, pero hasta ahí; con una que otra sorpresa en uno que otro partido mundialista, siempre en fase de grupos, que en fase de eliminación solo se ha ganado uno en toda la historia, y fue en México, contra Bulgaria y con la ventaja de la localidad y de los más de dos mil metros de altura del nivel del mar.
Ahora, si a eso sumamos que los DTs mexicanos acostumbran a realizar experimentos en partidos clave, pues agradezcamos a Dios que no nos golean de a 5 ó 6 goles para arriba.
Ahora, tenemos en México a nuestra tercera raíz la afromexicana, que genéticamente son los más idóneos para el futbol, máxime el actual (ahí está el paradigmático ejemplo de Francia), por lo que sería más que estúpido, no hacer jugar en el mundial ya próximo a Julian Quiñones, nacido en Colombia, pero que llegó a México a los 17 años y ya lleva años ostentando la nacionalidad mexicana. En ese mismo sentido, se necesitan más visorias en la costa chica de Guerrero, región afromexicana (y también futbolera) por excelencia.