En política ya se demostró que unidos los mexicanos podemos hacer mucho; se venció a un régimen neoliberal que solo nos había traído desgracia y pestes de toda índole, y en el 2018, ya más politizados y menos ingenuos en el tema, salimos a votar en masa y hoy vemos a millones de compatriotas que salieron de la pobreza gracias a dicho despertar; caso similar ocurre en las desgracias, cuando azotan territorio nacional: la solidaridad nos une y así se sale adelante con menores dificultades de los infortunios.

Bien, una excepción es el futbol. Podrán decir muchos (no sin razón) que es un tema baladí, pero no lo es tanto; en el deporte se reflejan las fortalezas y las taras de un país, cualquiera que este sea, y el fútbol es el deporte rey, además de que en el próximo mundial seremos anfitriones y México tendrá miles de millones de ojos en el país. Así que, a la voz de Jorge Valdano de “el fútbol es la cosa más importante de entre todas las menos importantes”, los paisanos que viven en Estados Unidos bien tienen en sus manos el empoderar a la afición, no con el grito (malamente llamado “homófobo”), sino no asistiendo a los partidos de la selección nacional mexicana en el país de las barras y las estrellas, que solo hacen aún más ricos a los que ya lo son de forma obscena y que, lejos de beneficiar a nuestro fútbol, se han dedicado en los últimos años a tomar medidas que, por su enfermiza ambición, son suicidas para nuestro deporte, haciéndonos pasar vergüenzas y humillaciones internacionales que pensábamos se habían quedado en el fatídico año del mundial de 1978; de ese tamaño es el bestial retroceso.

Bien, en el próximo partido del martes contra Ecuador, ¿en serio van a volver a llenar el estadio?, ¿se van a dejar de nuevo tomar el pelo, ser objeto de las risas y burlas de ese puñado de magnates de ambición grosera?, ¿no se tienen las agallas necesarias para no aplaudir y vitorear la infamia y la mediocridad?, ¿es en serio que somos incapaces de no asistir al estadio y de no encender la televisión para seguir ese partido, que lo más seguro es que sea otro papelón más, una humillación pública e internacional?, ¿eso merecemos los mexicanos? Ojalá, pues, la afición que radica y trabaja en los Estados Unidos caiga en la cuenta de que es posible empoderarse y ser un factor de cambio, lo opuesto a los caramelos que viajan a vitorear a un grupo de imbéciles que intentan competir sin estar dispuestos a los sacrificios necesarios, vestidos además esos aficionados con lastimoso disfraz de arlequines.

¿Quieren más burlas de los demás países hispanos? Bien, si esto es así, abarroten el estadio el martes, prendan todos la tele y sumen a un récord en ratings. Sigan, pues, aplaudiendo a la mierda.