El inicio del ciclo olímpico dejó claro que el ciclismo de pista mexicano tiene en la prueba de Madison un terreno fértil para soñar y trabajar. En los Juegos Panamericanos Junior de Asunción 2025, Marcelo Garza y Fernando Nava nos hicieron vibrar con una actuación valiente y estratégica que nos tuvo, por momentos, saboreando la medalla de oro. Finalmente, fue plata, con Colombia llevándose el primer lugar y Brasil el bronce. Pero más allá del color del metal, la carrera confirmó que hay calidad y talento para competir al más alto nivel.

Vale la pena recordar que la dupla originalmente prevista era Fernando Nava y Fausto Esparza. Sin embargo, una dura caída de Esparza en un evento preparatorio en Los Ángeles lo dejó fuera de competencia. Ante esta situación, Marcelo Garza asumió el reto y cumplió con creces, demostrando que la preparación y el talento deben ir más allá de una pareja titular. El ciclismo, como la vida, exige adaptaciones sobre la marcha, y por eso urge construir una base amplia de corredores capaces de entrar en acción sin que el nivel competitivo se resienta.

La Madison, también conocida como Americana, es la joya de las tradicionales carreras de Seis Días y una de las pruebas más emocionantes del ciclismo de pista. Se corre en parejas, con hasta 19 equipos en pista (38 corredores), relevándose con un característico impulso de mano que incrementa la velocidad. En la rama varonil se disputan 50 km y en la femenil 30 km, con sprints cada 2.5 km que otorgan puntos (5, 3, 2 y 1), más un sprint final de doble puntuación. Ganar una vuelta de ventaja suma 20 puntos, lo que abre opciones tácticas más allá del simple embalaje.

Desde 1893 la Unión Ciclista Internacional (UCI) incluye la Madison varonil en mundiales y copas, mientras que la rama femenil se incorporó en 2017. En el ámbito olímpico, esta disciplina se consolidó como prueba de equipo para ambos géneros, y México ya tiene un capítulo dorado: Mayra Rocha y Sofía Arreola fueron las primeras campeonas panamericanas élite en la historia de la prueba.

Hoy, a tres años de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, la estrategia es clara: priorizar la Madison como disciplina bandera. México ya ha demostrado que puede competir y ganar en esta prueba, tanto en hombres como en mujeres. Esto requiere enfocar recursos económicos, materiales y humanos en un plan integral que incluya detección de talento, calendario internacional, fogueo constante y equipos versátiles listos para adaptarse a cualquier contingencia.

Perseguir resultados en pruebas donde históricamente no hemos brillado puede dispersar esfuerzos. Apostar por la Madison es, en cambio, invertir en un terreno donde el camino hacia el podio ya ha sido trazado. La plata de Asunción no es un punto de llegada: es la señal de que, con visión y constancia, el oro en 2028 es posible.