La cuarta etapa de La Vuelta 2025 volvió a regalarnos espectáculo y emoción. En la jornada más larga de esta edición, con 206,7 kilómetros entre la localidad piamontesa de Susa y la francesa Voiron, fue el británico Ben Turner (Ineos Grenadiers) quien se llevó la victoria en un sprint de potencia, superando nada menos que a Jasper Philipsen (Alpecin-Deceuninck).

Pero la gran noticia del día estuvo en la clasificación general: David Gaudu (Groupama-FDJ) arrebató el liderato a Jonas Vingegaard (Visma-Lease a Bike). Ambos acumulan el mismo tiempo, pero el francés se viste de Rojo gracias a sus mejores posiciones en lo que va de carrera. Después de su triunfo en Ceres y con la regularidad mostrada, Gaudu saldrá mañana con la confianza de vestir el maillot más codiciado del pelotón.

La expectativa ahora se centra en la contrarreloj por equipos que se disputará este miércoles 27 de agosto en Figueres, sobre un recorrido de 24,1 kilómetros. Una prueba que exige coordinación milimétrica y valentía, pues a más de 60 km/h cualquier relevo mal hecho puede costar no solo segundos valiosos, sino también las aspiraciones de un líder. Los favoritos claros serán los bloques de Visma-Lease a Bike, UAE Team Emirates e Ineos Grenadiers, aunque en una crono colectiva siempre hay espacio para las sorpresas.

El orgullo de un abuelo

En medio de la emoción que genera La Vuelta, recibí una llamada muy especial. Mi nieto, Mikel Bol Arreola, quien debutará en una prueba de promoción para niños y jóvenes en el marco de la contrarreloj por equipos, me habló con la ilusión más pura. Sus palabras todavía resuenan en mi corazón:

“Opa, mañana subiré al podio de La Vuelta a España. No sé qué uniforme ponerme, si el del Burgos-BH, el del EF, el de México o el de Holanda. Tengo cascos que combinan con todos mis jerseys. Pero de lo que estoy seguro es que subiré al podio”.

Ese entusiasmo es, en realidad, la esencia de este deporte. La Vuelta no solo es competencia de élite: también es semillero de sueños. Ver a los pequeños imaginarse con la camiseta de sus ídolos, discutir qué uniforme usar y soñar con alzar los brazos en un podio, es quizá la victoria más grande que nos puede dejar el ciclismo.

La Vuelta a España es tradición, inspiración y unión familiar. Crea recuerdos que perduran y siembra ilusiones que algún día, con trabajo y disciplina, pueden hacerse realidad.

¡Que viva La Vuelta, que viva el ciclismo y que vivan los sueños de nuestros niños!