Vemos a un Carlos Acevedo “en su prime”, en su mejor momento, salvando a su club, el Santos Laguna de goleadas apabullantes y humillaciones, con actuaciones soberbias, siendo y de lejos el mejor cancerbero mexicano del presente.

Pero ahí viene el asunto medular, si bien Javier Aguirre ya lo convocó, no jugó un sólo minuto, pero sí un de medianito pa abajo, “Tala” Rangel, que en su club, el Guadalajara, no se le ve brillar a un Luis Ángel Malagón, que si bien vio un par de años futbolísticos muy buenos, llegando a cuatro finales consecutivas y ganando tres, hoy acusa muy serias deficiencias.

Esto es un peligro para la Selección Mexicana, dado la cercanía del Mundial 2026, que es en casa. ¿Por qué Javier Aguirre se aferra a los dos antes mencionados y a un Memo Ochoa, jugando en una de las ligas más ‘randoms’ del mundo (Chipre), y aún allá siendo vapuleado en la mayoría de los partidos, y que su nombre equivale a pasado con 40 años a cuestas y kilos evidentes de sobra? Sencillo, porque Aguirre, en los hechos, tiene esa posición en venta, por medio de los intereses comerciales que giran alrededor de los reflectores que apuntan a un legendario Memo Ochoa, con tres mundiales jugados y una larga estadía por ligas europeas, a Rangel por jugar en las popularísimas Chivas del Guadalajara y Malagón por hacerlo en el gigante América de México, contrario a Acevedo, que siempre ha jugado en el cada día más modesto e incluso ya irrelevante Santos de Torreón.

No es una novedad la adicción de Javier Aguirre al dinero. Su carrera tiene manchas que debieran, como mexicanos, avergonzarnos, ya que fue despedido de la dirección técnica de la selección nipona (Japón) por filtraciones a la prensa sobre amaño de partidos en la liga española, por aquel partido en el mundial de Korea/Japón 2002 de la Selección Mexicana vs. Estados Unidos en octavos de final, en el que mandó a la cancha un planteamiento absurdo y suicida.

Lo mismo sus cambios, que se habló años después de un tema de multimillonarias apuestas detrás, luego por su necedad, en el Mundial de Sudáfrica 2010 de alinear siempre a un inoperante Guillermo Franco, argentino naturalizado mexicano, que luego se supo, tenía acuerdos con sus representantes para que al colocarlo en una liga y club de importancia le tocara “su mochada”.

Pa acabar pronto, es incomprensible que Javier Aguirre sea por tercera vez el DT nacional. Y para serlo en un tercer Mundial por si ya fuera poco. Un DT “bombero” que sí salvó a México de quedar fuera de dos mundiales, pero que nunca llegó más allá, es más, no gana título alguno desde 1999 con el Pachuca, y con selección, un puñado de trofeos en la Concacaf, jugando contra islas/país del Caribe y contra selecciones “B” de Estados Unidos. ¿Por qué sigue ahí? Simple y sencillamente porque México es un país corrupto (“por razones culturales” lEPN dixit), casi se puede afirmar que por motivos también de ADN, y que por ende, se entiende a las mil maravillas con dueños y dirigentes impresentables, como Mikel Arriola y su estela de porquería en su paso como director del IMSS, y el mayor evasor de impuestos en la historia de México, Ricardo Salinas Pliego.