“Fina estampa, caballero, caballero de fina estampa”… así reza la canción de Chabuca Granda, y así rodó ayer Isaac del Toro Romero por las carreteras de Kigali en el Campeonato del Mundo de contrarreloj. La carretera parecía sonreír cada vez que su pedaleo la tocaba, como si reconociera en él la gracia de un joven caballero que empieza a conquistar el ciclismo universal.
Con jersey entallado, zapatillas que parecían de charol y un casco aerodinámico que le daba porte de guerrero moderno, el mexicano de Ensenada mostró una cadencia alegre, firme y luminosa bajo el sol africano. Su fina estampa se dibujó en cada metro del recorrido, como si la bicicleta fuera extensión natural de su figura.
Del Toro, apenas con 21 años, dio una demostración de temple y madurez impropia de su edad. Pedaleó como un veterano de mil batallas, midiendo los esfuerzos en las rampas y dejando escapar apenas cinco segundos que lo separaron del podio. Quedó quinto en el mundo