Isaac del Toro volvió a hacer historia. En una etapa 11 desafiante, con subidas que partían las piernas y un ritmo infernal, el joven ciclista de Ensenada cruzó la meta en segundo lugar, por detrás del ecuatoriano Richard Carapaz. El italiano Giulio Ciccone completó el podio del día. Pero más allá del resultado parcial, el mensaje fue claro: el Torito no suelta la maglia rosa y cada vez la lleva con más autoridad.
En los 186 kilómetros entre Viareggio y Castelnovo ne’ Monti, el UAE Team Emirates ejecutó una estrategia perfecta. Fue una clase maestra de ciclismo de equipo. Del Toro, firme y valiente, aprovechó el terreno escarpado para dejar atrás, aunque fuera por segundos, a los favoritos Juan Ayuso y Primoz Roglic. Ganó seis segundos que pueden parecer poco, pero en el lenguaje del Giro, cada segundo es una eternidad.
Y ahí va, con apenas 21 años, en su primera participación en la Corsa Rosa, vestido de rosa y escribiendo una historia que suena a sueño. Mientras otros sufren, Isaac sonríe. Mientras otros se desgastan, él crece. Se perfila como un líder natural, sólido, sin miedo, sin freno.
Vienen tres etapas de transición donde el protagonismo lo tomarán los sprinters. Pero todos saben que lo mejor —y lo más duro— está por venir. La tercera semana del Giro será el juicio final. Ahí, entre montañas colosales y piernas desgastadas, se sabrá quién tiene el alma de campeón.
Isaac del Toro ha demostrado que lo suyo no es casualidad. Lo suyo es talento, trabajo, pasión y corazón. Y detrás de él, late fuerte el corazón de un país entero.
¡Vamos Torito! ¡Viva México!