El ciclismo mexicano vive un momento que, hace unos años, parecía un sueño lejano. Las victorias de Isaac del Toro Romero en Europa no solo han puesto el nombre de México en el mapa del ciclismo de ruta mundial, sino que han encendido una chispa en las nuevas generaciones. Esa chispa se expande por todos los rincones, y hoy vemos cómo su luz ilumina a nuestros representantes en los Juegos Panamericanos Junior en Asunción, Paraguay.

La primera medalla de oro para México en esta justa continental llegó gracias al hidalguense Iván Aguilar, quien en el exigente cross country del MTB demostró que el trabajo meticuloso, constante y de base sí rinde frutos. Hidalgo no domina el MTB por casualidad: años de planificación, detección de talento y fogueo en competencias nacionales han convertido a este estado en una potencia nacional y, ahora, continental. Aguilar no solo ganó una carrera; refrendó un proceso que se ha venido construyendo con paciencia y visión.

La plata llegó desde otra trinchera del ciclismo: la contrarreloj individual masculina. El hidrocálido José Antonio Prieto se colgó la medalla en una prueba marcada por la controversia. El argentino Mateo Kalejman Quiroga fue descalificado por incumplir las medidas reglamentarias de su bicicleta, lo que movió el podio y colocó a Prieto en el segundo lugar, con un tiempo de 49:23.25, apenas 14 segundos detrás del campeón colombiano Samuel Flores Garcés

Que el ciclismo mexicano se lleve oro y plata en un mismo día no es coincidencia. Es el resultado de una combinación poderosa: inspiración y estructura. Isaac del Toro ha demostrado que un mexicano puede competir hombro a hombro con la élite mundial, y proyectos como el de Hidalgo en MTB han probado que el desarrollo local puede transformarse en logros internacionales.

Y lo mejor es que el medallero podría seguir creciendo: en el gran fondo de ruta y en las pruebas de pista, el joven velocista Etan Nuño asoma como favorito para colgarse el oro.

Este 2025 podría ser recordado como el año en que el ciclismo mexicano dejó de soñar con ganar… para empezar a acostumbrarse a hacerlo.