Hace días me topé con la frase: “Más vale retiraste como héroe a tiempo, a continuar y acabar como un villano”. Esto, sin duda, aplica a patético ocaso de la carrera de Javier “El Chicharito” Hernández, quien ya convertido en un (pésimo) aprendiz de esa actividad tan repulsiva y tan de moda como lo eso del “coaching”, que bien define el intelectual carioca/mexicano Diego Ruzzarin como “pensamiento mágico pendejo”. En fin, Javier Hernández Jr. tiró a la basura lo que debió ser un retiro mucho más que digno; cada quien sus decisiones.

Ahora, vayamos al grano en cuánto a lo que el encabezado de esta columna se refiere: el considerado por muchos el mejor portero de la historia del futbol, el ruso (soviético en su época) Lev Ivanovich Yashin, mejor conocido como la “araña negra”, por sus uniformes de ese color, jugó tres mundiales (Suecia 1958, Chile 1962 e Inglaterra 1966). Su trayectoria es impresionante, una Eurocopa ganada (Francia 1960); un segundo lugar en la misma competición (España 1964); un oro en juegos olímpicos (Melbourne 1956), esto además de un cuarto lugar en la copa del mundo (1966) y no pocas actuaciones espectaculares en ese tipo de competencias.

Pero hay algo que muy pocos conocen, Yashin participó en el Mundial de México 1970 como arquero suplente (tercera opción) a sus 41 años; a la vez de fungir, en los hechos, como una suerte de auxiliar técnico del DT y también entrenador de los porteros. Es así como es posible que en dos de los partidos inaugurales en copas del mundo celebradas en México haya habido dos porteros históricos: el mismo Yashin, contra la Selección Mexicana, desde el banquillo de los suplentes, aportando con su enorme jerarquía y experiencia. El segundo caso, muy posiblemente será el de Guillermo Ochoa, en idéntico escenario, quien debe sí asistir como parte de la plantilla azteca al Mundial a celebrarse en casa el próximo año.

Un Ochoa repitiendo la hazaña de Yashin, inaugurando un Mundial luego de jugar tres, pero cómo cancerbero suplente (tercera opción también) y lo mismo: apoyando con su experiencia, liderazgo y prestigio mundial, guiando junto con el DT al resto de los seleccionados, así cómo fué el caso de Jorge Campos en el Mundial Korea-Japón 2002, quien fue parte de la lista final de convocados a esa justa mundialista (también al mando de JavierAguirre), pero igual, como tercer portero y sumando con su enorme peso específico, su liderazgo y carisma.

Muy peligroso resulta tan sólo el pensar en la idea de alinearlo como titular, que se corre el riesgo de lo que le ocurrió a la selección española en el Mundial de Francia 98: el DT ibérico, Javier Clemente, se empecinó en llevar y hacer jugar a un ya disminuido Andoni Zubizarreta, quien a la postre por errores puntuales suyos, España se quedó en fase de grupos, a pesar se ser considerada como candidata a conquistar ese título en tierras galas.