En la etapa 19 del Giro de Italia 2025, entre Biella y Champoluc, Isaac del Toro volvió a demostrar que lo suyo no es una aparición pasajera, sino una historia que se está escribiendo con fuerza, inteligencia y corazón. En una de las etapas más duras de esta edición —y quizá de las más desafiantes de los últimos años— el joven ciclista mexicano mantuvo con autoridad la maglia rosa y dejó claro que está listo para pelear hasta el final por el título.

Y mientras embestía las rampas alpinas con ese estilo fino pero agresivo que ya lo caracteriza, no pude evitar pensar en la canción española El Toro y la Luna. Porque hay algo profundamente simbólico en su gesta: un toro mexicano, valiente y solitario, enamorado de una luna que, en este caso, es rosa. Una luna que parecía inalcanzable hace unas semanas y que hoy está más cerca que nunca de iluminar el camino hasta Ensenada, Baja California.

En la canción, el toro embiste el agua al ver reflejada la luna que no puede alcanzar. Del Toro, en cambio, sí la persigue con fuerza real. No es un amor imposible. Desde que se enfundó la maglia rosa ha corrido con el temple de los grandes. Ha sabido sufrir cuando toca, defender cuando es necesario y atacar cuando ve la oportunidad. Su desempeño en esta etapa montañosa —con puertos largos, desniveles traicioneros y rivales con experiencia— fue impecable: controló los tiempos, se mantuvo firme y cerró el día con la clasificación general aún bajo su nombre.

El romanticismo queda bien, sí, pero lo de Isaac también es precisión. Es preparación. Es lectura de carrera. El trabajo de su equipo ha sido clave, pero la frialdad con la que ha respondido en momentos decisivos es la de un corredor que ya piensa como campeón.

El público lo sabe. Los romeros de los montes —esas multitudes que bordean las rutas del Giro— lo reconocen. Lo alientan. Le rinden tributo con cánticos y banderas. Porque este Torito, que no tiene miedo de mirar a la luna rosa, se ha ganado un lugar entre los protagonistas de la historia de esta edición.

Quizá Carlos Castellano Gómez no imaginó que su copla algún día cobraría forma en un ciclista mexicano de apenas 21 años, pero aquí estamos: viendo a Isaac del Toro mantener la maglia rosa con dignidad, fuerza y un toque de poesía.

Todavía quedan etapas duras. Aún falta cruzar la meta final. Pero si algo ha dejado claro este Giro es que el Torito no está aquí solo para soñar. Está aquí para alcanzarla.