“Si la fortuna quiere hacer estimable a un hombre, le otorga virtudes; si quiere hacerle estimado, le concede éxitos.”

J. Joubert

Carlos Vela anunció su retiro. Ya prometía cosas grandes desde el Mundial sub-17 del 2005, aquel en el que brilló con otra enorme promesa que tampoco cuajó, Gio dos Santos, y que ganaron ese Mundial en una final vs Brasil y en el que esa selección se dio el lujo de no llevar a Javier “El Chicarito” Hernández, que tal vez después supo capitalizar mejor sus capacidades. 

Los casos de Gio y Vela son paradigmáticos. Arrancaron en una generación que era la misma del croata super estrella Luka Modric, quien prácticamente logró todo, y los mexicanos prometían más que él, así aseguraban expertos en México y Europa, es más, tan es así que Vela jamás jugó en la liga mexicana y Giovani lo hizo ya veterano y corto tiempo con el América: el futbolista mexicano se aburguesa; quizás sus orígenes (las más de las veces, en México, privilegiados) tengan qué ver con la voluntad y disciplina requeridos para alcanzar el mayor de los éxitos: Modric en su país creció con carencias y se salvó de morir en medio de los horrores de una guerra cruenta, la de los Balkanes en los años 90.

El caso de Vela seguro es el más triste: Desperdiciar y despreciar un talento con el que sueñan millones y que solo uno entre todos esos millones posee, es la historia de Carlos Vela, quien siempre se ufanó de no gustarle el futbol, mas sí el basquet y otros deportes. Al futbol, ni para tema de conversación, y aún así le alcanzó para volverse una leyenda en San Sebastian, en el país vasco español. Dinero sí hizo, tanto, que se fue a cosechar dólares a la MLS (Estados Unidos) antes de tiempo.

En fin, una lástima él, después ver a sus compañeros de club, que poseían menor talento, alzarse como campeones del mundo, al tiempo de que Vela se daba el lujo de negarse a ir a las convocatorias de su Selección Nacional, sumando esto a hacerle el feo a  jugar algunos torneos de suma importancia, incluidos campeonatos mundiales.