El ciclismo mexicano volvió a demostrar en los Juegos Panamericanos Junior de Asunción que el talento y, sobre todo, el corazón son capaces de escribir historias doradas. Desde Aguascalientes, José Antonio Prieto cerró con broche de oro la participación nacional al conquistar la medalla de oro en la prueba de ruta, después de 146 kilómetros de batalla sobre un circuito plano que exigió más de lo que parecía.
La carrera no comenzó fácil. Una pinchadura en la vuelta 2 de 11 dejó a Toño rezagado del grupo principal que rodaba con fuerza, pero ahí apareció la grandeza del trabajo en equipo. Marcelo Garza y Arath Sánchez, sin dudarlo, sacrificaron sus propias posibilidades: bajaron a esperarlo, lo arroparon y lo llevaron de regreso al pelotón. Ese esfuerzo titánico les cobró factura, quedando fundidos tras tomar la punta y marcar el ritmo por varias vueltas. Fue el precio del compañerismo, de ese espíritu que pone al equipo por encima del resultado individual.
Ya en la parte final, con la confianza recuperada, Toño no se guardó nada. Se metió en la fuga decisiva y, en los últimos metros, hizo un sprint demoledor que lo llevó directo a la gloria, dejando atrás al uruguayo Ciro Pérez (plata) y al argentino Octavio Iván Salmon (bronce). México gritó campeón, y lo hizo gracias a una mezcla de coraje individual y sacrificio colectivo.
El oro en la ruta se suma a la plata obtenida por Toño en la contrarreloj, consolidando una actuación memorable. Pero más allá de los metales, queda la lección de lo que significa portar los colores de México: correr por el otro, desgastarse por un compañero, entregar todo aunque la gloria se la lleve uno solo.
Por eso, sería injusto que el premio o la beca de CONADE se otorgue únicamente al ganador del metal dorado. El triunfo es de todo el equipo mexicano. Marcelo y Arath merecen el mismo reconocimiento, porque sin su esfuerzo no habría existido la remontada ni el ataque final. En el ciclismo, las medallas brillan gracias al sudor compartido.
Hoy, el ciclismo mexicano vuelve a inspirar. Toño Prieto y sus compañeros han demostrado que, cuando se corre en conjunto y con el corazón por delante, México está para soñar en grande.