Lamentablemente, hace pocos días falleció el único sobreviviente de aquellos catorce niños que ganaron el campeonato de Ligas Pequeñas de Beisbol en Williamsburg, Pensilvania.

Ángel Macías fue el pitcher que logró el juego perfecto el 23 de agosto de 1957 siendo el único juego perfecto en la historia de este torneo y el primer equipo campeón que no era de Estados Unidos.

En ese tiempo Ángel tenia solo 12 años y 11 meses y había salido de torneo de Ligas Pequeñas patrocinado por diferentes industrias de Monterrey. En esos tiempos el futbol en Monterrey no era el deporte principal, lo que jugaban los niños era beisbol y oían con atención las narraciones de Grandes Ligas que transmitían por la radio. El poder de la imaginación era enorme y las ganas de jugar como sus ídolos eran la pasión que transmitían a los niños que fueron a Williamsburg.

El siguiente año el equipo de Monterrey volvió a ser campeón del torneo y no volvieron a lograr la hazaña hasta 1997 con la selección de Guadalupe, N.L., que era representante de México. ¿Recuerda usted el grito de “sí se puede” que se ha oído en partidos de la Selección Nacional de Futbol? Pues ese grito nació en este campeonato cuando los niños iban abajo en el marcador.

Volviendo a Ángel Macías, después de haber sido niño campeón, pudo jugar en la Liga Mexicana de Beisbol iniciando como jugador de campo en los Broncos de Reynosa llegando al siguiente año a los Sultanes de Monterrey donde se retiro en 1974. También jugó en la Liga Mexicana del Pacífico con los Tomateros de Culiacán y con los Naranjeros de Hermosillo. Macías fue el primer jugador mexicano en tomar turno al bate en la primera Serie del Caribe jugando para Hermosillo.

De vuelta a aquel juego perfecto, en 1960, la historía de esta hazaña fue llevada a la pantalla grande con la película llamada “Los Pequeños Gigantes”. Años después con la inversión del extinto empresario Carlos Bremen se filmó otra película homenaje con el nombre de “El Juego Perfecto”.

Ángel Macías representa a la generación de mi papá donde la gente jugaba otros deportes que no eran el futbol. Donde había otro sentido de la vida y donde la imaginación era gran parte del diario vivir de las infancias de aquel tiempo. Me cuenta mi papá que el supo de la gente que fue a ese campeonato, pero en ese entonces el no vivía en Monterrey. Muchos de los jugadores de ese equipo no se hicieron profesionales y formaron parte de la industria. Mi papá, ya viviendo en Monterrey pudo jugar contra algunos de ellos y corría la leyenda que uno de los jugadores que fueron a ese “Juego Perfecto” no era parte de la selección, pero su familia le compró el lugar que después sirvió para cubrir algunos de los gastos de viaje. Lo más curioso fue que este niño después fue dueño de uno de los equipos donde jugo Ángel Macías y construyó el estadio más bonito para jugar beisbol de todo México.

En paz descanse, Ángel Macias. A su salud y a su recuerdo, busque la película de Él Juego Perfecto que es inspiracional y bonita para ver con la familia.

¡Ánimo!